El León, rey de los bosques, poderoso
quiso armar un ejército famoso.
Juntó a sus animales, al instante
empezó por cargar al Elefante,
un castillo con útiles, y encima
rabiosos Lobos que pusiesen grima.

Al Oso le encargó de los asaltos,
al Mono, con sus gestos y sus saltos,
mandó que al enemigo entretuviese.
A la Zorra, que diese
ingeniosos ardides al intento.


Uno gritó: "La liebre y el jumento,
éste por lento, aquella por miedosa,
de estorbo servirán, no de otra cosa."
"¿De estorbo?" dijo el Rey, "Yo no lo creo:
en la Liebre tendremos un ágil correo
y en el Asno mis tropas tendrán una Corneta."
Así quedó la armada bien completa.

Tu retrato es León, conde prudente,
y si a tu imitación, según deseo,
examinan los Jefes a su gente,
a todos han de dar útil empleo.
¿Por qué no lo han de hacer?
si hay cucaña,
¿cómo no hallar ociosos en España?


Hoy he querido mostraros mi visión de la fábula de "el león y su ejercito", escrito por Félix Samaniego y recopilado en "los cuentos del Conde Lucanor", fábula que nos enseña que no importa si no eres fuerte o rápido, todos podemos ayudar en algo mayor, solo tenemos que fijarnos en nosotros mismos o en los demás para encontrarlo. Con esta reflexión os dejo esta entrada.

Comentarios

  1. Me gusta cómo has ilustrado la fábula "el león y su ejército" ¡Buen trabajo! Y además el mensaje es interesante. Un saludo. Laura

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    1. Muchas gracias por tu comentario, muchos saludos de aquí

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